lunes, 12 de diciembre de 2011

Estuardo Maldonado



Pintor, escultor, dibujante, grabador. Nace en Pintag, Ecuador en 1930. Estudia en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil. En 1957 obtiene una beca para Italia. Fija su residencia en Roma donde frecuenta los cursos de escultura y pintura en la Academia de Bellas Artes y el Instituto de Arte.

En la actualidad reside alterando su tiempo entre Roma, New York y Quito. Domina tanto el arte universal como el de su región andina, tanto el pasado más artesanal como la contemporaneidad más tecnológica. Es así como pasa de sus iniciales escenas montubias, a descubrir el lenguaje del arte moderno. A comienzos de la década de los '50 ya ejercita una estilización geométrica de la figura que hereda de Guayasamín.

En los siguientes años, experimenta con los conceptos cubistas de fragmentación de la forma y del espacio, incorporando sus conocimientos del arte precolombino con el modernismo europeo. En los años sesenta y setenta llega a relacionar íntimamente el signo y la estructura geométrica de la superficie porque ambas responden a un mismo estímulo: el descubrimiento del arte precolombino y del constructivismo europeo. En esta etapa aparece la otra preocupación estética que caracteriza su trabajo hasta la actualidad: los fenómenos de percepción óptica, la preocupación por conjugar elementos visuales reales y virtuales que lleven al espectador a cuestionar su percepción de la realidad.

La utilización del inox-color y la preocupación constante que tiene Maldonado por la percepción del espacio, lo condujo a partir de los ochenta, a investigar sobre el dimensionalism, los hiperespacios y los hipercubos. En sus últimas obras mantiene el interés por el dimensionalismo pictórico y escultórico. Desde sus inicios ha participado en 200 exposiciones colectivas de gran importancia y 80 exposiciones personales alrededor del mundo.
Ha participado también en 13 de las más importantes Bienales del Mundo. Sus obras se encuentran en 19 Museos de Europa y América, y es poseedor de varios premios que lo acreditan como un excelente representante plástico. En sus palabras: "La abstracción de la naturaleza fue siempre y es parte de mis constantes aspiraciones, de poder hacer mi obra, que esté en armonía con el ritmo y el palpitar del universo en evolución".


Recibe en 1956 el premio Continental Guggenheim de las Américas y con él el derecho a concurrir al Premio Mundial que se otorga en París; lo gana Ben Nicholson, la crítica mundial esperaba una decisión en favor de Beaudín, Tamayo o Pettoruti.

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