lunes, 26 de septiembre de 2011

Imágen Mental

Se empleara el término “conciencia”, no para designar la nómada y el conjunto de sus estructuras psíquicas, sino para nombrar a cada una de sus estructuras en su particularidad concreta. Hablaremos pues de conciencia de imagen, de conciencia perceptiva.
Cuando produzco la imagen de Pedro en mí, Pedro es objeto de mi conciencia actual, mientras esta conciencia se mantenga inalterada, podré hacer una descripción del objeto tal como se aparece en la imagen, para determinar las características propias de la imagen como imagen, hay que reflexionar. La imagen como imagen no es, pues, descriptible más que por medio de un acto de segundo grado según el cual la mirada se desvía del objeto y se dirige a la manera de estar dado este objeto. El acto de reflexión tiene, un contenido que llamaremos esencia de la imagen, esta imagen es la misma para todos.
La Imagen es una Conciencia
Cometíamos un error pensando que la imagen estaba en la conciencia y que el objeto de la imagen estaba en la imagen, la conciencia como un lugar poblado por pequeños simulacros y esos simulacros eran las imágenes.
Hume: “distingue las impresiones y las ideas.  Va a llamar impresiones a las percepciones que penetran con más fuerza y violencia, por ideas se va entender las débiles imágenes de las primeras en el pensamiento y razonamiento añade también que formarse la idea de un objeto y formarse una idea, simplemente, es lo mismo; porque el hecho de tratarse de un objeto no es para la idea más que una denominación extrínseca de la cual no lleva en sí misma ni marca ni característica alguna”.    
La imagen no podría pues designar más que la relación de la conciencia con el objeto; es una manera que tiene el objeto de aparecer a la conciencia, o si se refiere, una determinada manera que tiene la conciencia de darse un objeto. Una imagen no es más que una relación.
Fenómeno de Casi-Observación
Lo más simple seria considerar la imagen en relación con el concepto y con la percepción. Percibir, concebir, imaginar; son en efecto los tres tipos de conciencia por las cuales nos puede ser dado un mismo objeto.
El objeto mismo es la síntesis de todas las apariciones. La percepción de un objeto es, pues, un fenómeno con una infinidad de fases. En el mundo de la percepción no puede aparecer ninguna cosa que no mantenga una infinidad de relaciones con las demás.
En la imagen por el contrario, hay una especie de pobreza esencial. Los diferentes elementos de una imagen no mantienen ninguna relación con el resto del mundo y no mantienen entre sí más que dos o tres relaciones.
Los objetos no existen sino que se piensan. Esto sería incomprensible para todos aquellos que hacen de la imagen una percepción renaciente. El objeto de la percepción desborda constantemente de la conciencia; el objeto de la imagen nunca es nada más que la conciencia que de ello se tenga.
En la imagen, una conciencia determinada se da un objeto determinado. El objeto es,  correlativo de un determinado acto sintético que, entre sus estructuras, comprende un determinado saber e intención. La intención está en el centro de la conciencia: es ella la que trata de alcanzar al objeto, es decir, que le constituye por lo que es.
La conciencia Imaginante propone su Objeto como una nada.
Toda conciencia es conciencia de algo. La conciencia irreflexiva trata de alcanzar objetos heterogéneos en la conciencia. Toda conciencia propone su objeto, pero cada una tiene su manera de hacerlo. La percepción por ejemplo propone su objeto como existiendo. La imagen encierra a su vez un acto de creencia o pacto posicional. Este acto puede tomar cuatro formas: puede proponer el objeto como  inexistente o como existente en otro lugar; también se puede neutralizar, es decir, no proponer su objeto como existente.
La Espontaneidad
La conciencia Imaginante del objeto encierra una conciencia no-ética de sí misma. A esta conciencia se la podría llamar transversal, no tiene objeto.
Una conciencia perceptiva se aparece como pasividad, por el contrario la conciencia Imaginante se da a sí misma como conciencia imaginante, es decir, como una espontaneidad que produce y conserva el objeto en imagen. La conciencia aparece como creadora, pero sin proponer como objeto a ese carácter creador.
FUENTE:Sartre, Jean Paul. Lo imaginario: psicología fenomenológica de la imaginación, Argentina : Editorial Losada, 2005, pg 11-27

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